EN
MEMORIA DE YOLANDA CERON DELGADO
19 de septiembre de 2004
En esta fecha
Hay
fechas para recordar
Fechas para reir
Fechas de nostalgia
Fechas de tristeza
Son importantes las fechas?
Siempre
llevaremos en nuestros recuerdos
En nuestra memoria
Esas fechas que no olvidaremos
O trataremos de no olvidar
Llevaremos
en la memoria
aquellos seres queridos
Que se han ido, que se los han llevado
Que nunca volverán
Pero que siempre estarán presentes
Y
como tú Yolanda, como tantos otros y otras
Que han partido de este mundo
Les recordaremos, por su compromiso
Por su gallardía, por su entereza, por su ternura
Porque ejemplos como tú
Nos hacen que cada día
Sea
el mejor día de todos los días
Alberto
Jerez
Helmut Göbels, action pro colombia e.V., Aachen
Después de tres años de su asesinato, hoy sólo
puedo expresar mis sentimientos solidarios de amigo, aludiendo a la
gran admiración por su coraje para la acción en favor
de los despojados, y la tristeza y consternación que nos embargó
entonces, de la misma manera que lo hice hace tres años en nombre
de todos los firmantes de la esquela de defunción :
Sentimos
profunda consternación por la muerte de
Yolanda
Cerón Delgado
Directora
de la Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco en el
Sudoeste de Colombia, asesinada el 19 de Septiembre [de 2001] a mediodía
en la vía pública frente a la iglesia de Nuestra Señora
de la Merced.
La
Hna. Yolanda luchó incansablemente junto a las comunidades pobres
y desposeídas de sus derechos. Su valiente y pacífico
compromiso le valieron nuestra profunda admiración.
Nos unía una gran amistad y recién hace dos meses tuvimos
el gusto y el honor de haberla acompañado durante su estadía
en Europa.
El
asesinato de nuestra amiga, que a los 43 años perdió su
vida en la lucha por los Derechos Humanos, nos llena de hondo pesar
y de impotente indignación.
Nos
preguntamos
cuándo comenzará el gobierno colombiano a actuar en forma
convincente contra el actuar criminal de los paramilitares y a brindar
una protección efectiva a aquellos que defienden los Derechos
Humanos.
En nuestro Centro de Información Un Mundo en la ciudad de Mönchengladbach,
una placa conmemorativa nos recuerda hoy y siempre de esta mujer maravillosa.
30 de agosto de 2004
Bruno
Rütsche, Grupo de Trabajo Suiza-Colombia
Cuando
yo pienso en Yolanda se me viene en seguida a la cabeza la expresión
de su rostro. Me la imagino aquí, delante de mí, escuchando
con profunda concentración, desarrollando una idea, atenta, con
la cabeza un poco inclinada dispuesta a comprender lo que se le había
preguntado, reflexionando acerca del contenido de la respuesta, de la
amplitud con la que debería responderse y del contexto en el
cual debería ubicarse esa respuesta para así ser entendida
claramente.
Verdaderamente
se grabó en mi memoria, como una foto, esa imagen de su rostro,
que ahora evoco, reflejando su concentración, su atención
y su interés profundo en el intercambio de ideas, en su deseo
de comprenderlas y en el querer hacerlas comprender.
Yo
encontré a Yolanda en tres ocasiones seguidas. La primera vez
fué en un acto público, al cual asistió afortunadamente
una cantidad numerosa de personas y en el cual yo traduje sus intervenciones;
al día siguiente realizamos una entrevista bastante larga en
la cual ella nos informó sobre la situación en Tumaco,
y dos días más tarde ella intervino en la celebración
del 40avo aniversario de la fundación de la agencia de cooperación
suiza, Acción Cuaresmal. Lo que a mi me fascinó de su
concentración es que no daba la impresión de ser forzada,
tensa o amargada. Se sentía que en su vida no existía
la unidimensionalidad y que uno se encontraba frente a una mujer con
un compromiso sin fronteras, un compromiso que no representaba la repetición
de un credo político determinado, sino que sentía su compromiso
como algo "vivo", vital que finalmente, debía redefinirse
una y otra vez.
Estas
son justamente las personas que Colombia indispensablemente necesita,
y justamente son ellas las que son víctimas de la guerra sucia;
porque no son compatibles con la amnesia colectiva decretada.
6
de septiembre de 2004
Anne
Glowczynski, Homburg/Saar
Me
preguntan qué recuerdo de Yolanda.
Espontáneamente la veo delante de mí: bastante pequeña,
tipo indio, el pelo liso, pero abundante, con gafas demasiado grandes
para su pequeño rostro. Nos pregunta si queremos conocer rápidamente
la nueva escuela de las hermanas, por supuesto, le respondemos nosotros,
l@s alemanes que estamos de visita.
Estamos en verano de 1987. Seis nos ponemos en camino para hacer un
"paseo de domingo" a la playa desierta de La Playa, Isla de
Pizarro en Tumaco. Sólo hay allí algunos pescadores que
trabajosamente traen sus botes hacia la playa lisa, y tiran la pesca
al suelo para clasificarla. No es mucho, la mayoría peces muy
pequeños. Allá a lo lejos pasa una gran barca pesquera.
Yolanda y Margarita, las hermanas de la isla miran la escasa pesca,
hablan con los pescadores, que tienen rostros preocupados. Yo no comprendo
mucho español, ni tampoco el trasfondo de la escena, y le pregunto
la causa de las expresiones serias. Yolanda me explica que los pescadores
que viven de esto, tienen grandes problemas respecto a aquel gran barco
de pesca japonés. ¡No hay lugar para romanticismo en esta
playa!
Por
la playa corren grandes cangrejos rojos, que desaparecen rápidamente
en los múltiples agujeros de la arena suave y gris cuando nos
acercamos. Yolanda y yo tratamos de cercarlos entre nosotras y de cazarlos.
Son muy veloces. ¡Zas! Ya desaparecen otra vez en sus agujeros.
¡Se han salvado! Nos quedamos muy quietas, ya vienen otra vez,
tratamos de cazarlos. Logramos aislar uno. El animalito no encuentra
ningún agujero donde esconderse, de repente se queda quieto y
se dirige valientemente hacia mí con las realmente impresionantes
pinzas, yo me quedo desconcertada sin moverme. ¡Yolanda se muere
de risa!, yo también tengo que reírme. El cangrejo desaparece
al lado. Yolanda me dice algo que yo no comprendo, y hago un gesto desamparado.
Ella me lo aclara con otro gesto: me señala entre dos dedos un
milímetro: "Mosca", dando un saltito se pone a mi lado,
con un brazo extendido hacia arriba: "¡Elefante. Sí,
elefante, elefante!" Me quiere hacer enfadar, en tanto yo trato
de encontrar las palabras "¡Ratoncito, ratoncito!" "¡Elefante,
elefante!" Nos ponemos una al lado de otra y comparamos nuestros
tamaños, es muy clara la alusión al ratoncito y el elefante.
Catorce años después nos reímos todavía
de aquella anécdota.
Nos tenemos que dar prisa, los otros ya están a un kilómetro
más adelante. Caminos en silencio una al lado de la otra, de
repente se para y dice "¡Holzkopp!" (cabeza dura). Me
vuelvo y le pregunto extrañada: "¿Cómo?"
, ella, sonriendo maliciosamente, repite "¡Holzkopp!".
Detrás de sus grandes gafas, sus ojos sonríen. Ah, sí
ahora sé de qué se trata: un sacerdote alemán que
vivía aquí tenía un papagayo, que repetía
esta palabra a todas las visitas. Ella también sabía decir
dos palabras lisonjeras en alemán. De todos modos, también
de esta forma nos podemos acercar y comprender.
"Bueno, ratoncito, nos tiramos al mar." Y así el ratoncito
y el elefante siguen a los otros que ya están en el agua lejos,
y se tiran entre las olas suaves.
11
de septiembre de 2004
Marta Fotsch, Amnistía Internacional Suiza
Yolanda
y el Padre Guillermo fueron unas de las primeras personas que nos visitaron,
despues de nuestra mudanza, en la casa que remodelamos en el campo.
Despues de haber estado un largo rato en la terraza y de haber contemplado
con tranquilidad la viña, los pastos y los arboles, ella me preguntó
repentinamente: "¿Por qué has estado tan intensamente
comprometida con los derechos humanos durante estos 30 años?
realmente tú no necesitas este compromiso ya que lo tienes todo,
mejor dicho, tienes más de lo que es necesario. Yo nací
en el seno de una familia pobre y sé exactamente por qué
y para quién lucho, pero tú..? Estás completamente
segura que viviendo en este ambiente no olvidarás algun día
a los pobres que habitan la costa Pacífica?"
Esto
sucedió aproximadamente tres meses antes de su muerte violenta.
Por supuesto que discutimos acerca del alto riesgo que correrían
Guillermo y ella a su llegada a Tumaco y sobre las medidas de seguridad
que se deberían tomar para su protección. Yolanda ya sabía
entonces, por ejemplo, que la comunicación telefónica
y el correo electrónico se encontraban interceptados. En ese
momento, me asustaba sobre todo el hecho de que el trabajo de derechos
humanos en Tumaco no tenía un apoyo local fuerte. La carga principal
del trabajo parecía descansar en los hombros de Yolanda. La inmensa
responsabilidad frente a tantas personas que necesitaban de su compañía
y de su consejo la movieron, también, a regresar inmediatamene
a Tumaco a pesar del inmenso miedo y del conocimiento que tenía
del peligro que correría allí. No se tomó el tiempo
para descansar y juntar nuevas fuerzas. Esto lo pospuso para un momento
posterior...pero ese momento no llegaría nunca...Yolanda se mantuvo
firme y siguió su camino hasta el final...En nuestras manos queda
ahora la labor de continuar.
El
aniversario de la muerte de Yolanda representa para mí, desde
entonces, el momento (tranquilo y silencioso) para renovar mi compromiso
con los derechos humanos.
6
de septiembre de 2004
Carmenza Vargas, Bogotá
A
YOLANDA CERON
In memoriam
.
Sabías
que vendrían
Presentías sus pasos desde la sombra
Acechantes,
Furtivos,
Cobardes...
Sabías que vendrían esta vez por tí,
Por tus sueños de paz y de justicia
Sabías que vendrían cumpliendo órdenes
Mensajeros de la muerte y la destrucción
Sabías
que en cualquier momento
Vendrían
Porque los asesinos no iban a perdonar
Que amaras la vida, la dignidad
Tu capacidad de organizar
Concientizar
Resistir
Denunciar!
Y
fue cumpliendo ésta tarea que hace tres años te conocí
,
lejos de tu país, de tu gente
En medio de aquel grupo maravilloso de personas separadas por el idioma
pero unidas
en los afectos y compromisos en el acto más humano y hermoso
de solidaridad:
¡ESCALAR LA PAZ, CONGELAR LA GUERRA!
Tu imagen se ha quedado para siempre en mi memoria.
Te recuerdo YOLANDA sosteniendo entre tus manos trémulas aquella
vela encendida
Símbolo de vida, de unión, que acompañabas con
aquel llanto quedito y profundo que nos hizo enmudecer de respeto hacia
tí y tus luchas
Sabías
que vendrían, estabas segura
.
Hoy,
cuando la dictadura desea perpetuarse en el poder,
Te haces más presente que nunca para exigir con nosotros:
"NO AL PERDON Y OLVIDO, SI A LA JUSTICIA Y REPARACION "
La
semilla que sembraste con tu sangre generosa, empieza a brotar en todos
los rincones del país!
8
de septiembre de 2004
Jaime
H. Díaz PhD., Director de la Corporación Podion, Bogotá
Yolanda
Cerón era una mujer de apariencia fisica fragil, pero de gran
fortaleza espiritual y de una profunda entrega en el servicio de los
más pobres. Su compromiso por el respeto a una vida digna de
organizaciones y comunidades afrocolombianas, le exigió tener
una voz profética, que implicó la ofrenda de su vida cegada
por manos criminales que representan intereses de quienes buscan negar
los derechos legítimos y justos de las comunidades atendidas
por Yolanda. El trabajo que hizo esta querida amiga continúa
dando fruto y gran número de comunidades del pacifico sur de
Colombia persisten en la exigencia y logro de sus derechos.
9
de septiembre de 2004
Birgit Reich, Obra Episcopal Misereor, Aachen
1997,
mi primer viaje a Colombia, junto con mi compañera de trabajo,
Anna Dirksmeier:
Impresionantes ríos pacíficos, viajes nocturnos en lancha,
árboles caídos, comienzo de marea baja y estiaje, arreglo
de la hélice del motor, resplandecer de plancton. Y luego el
encuentro con Yolanda en la casa de las Hermanas de La Playa. Ella nos
acompaña en el viaje a mar abierto hasta Tumaco. Aguaceros fuertes,
cielo completamente cubierto, también un poco de temor. La brújula
comprada en Alemania falla, no se divisa el faro de Tumaco. Yolanda
nos orienta...
Un día después de Tumaco a Llorente. Partida rápida
hacia la comunidad de Zavaleta. En el camino lluvias torrenciales y
marcha a través de lodo que llega hasta la rodilla en botas de
goma demasiado grandes, un préstamo del obispo. Las botas y los
calcetines siempre se pierden en el barro, todos ayudan a buscarlos
y a bañar los pies.........Luego nos reimos de este acontecimiento.
Pocos
años después Yolanda y el Padre Guillermo nos visitan
en Europa. Faxes van y vienen: ¿Será que nos perdemos
al cambiarnos en Frankfurt? ¡No hablamos alemán! Espero
inquietamente en el aeropuerto de Colonia: ¿Dónde se han
quedado? Y luego un funcionario de la aduana que aparece para pedirme
explicaciones por el montón de café y la poca ropa que
los dos llevan en sus maletas...
Recuerdo
Yolanda muchas veces. En mi trabajo cotidiano, durante los seminarios
que se realizan con regularidad con organizaciones de la Región
Pacífica, que continúan su lucha. Recuerdo las largas
conversaciones y qué importancia tiene no estar sola y poder
comunicarle a otra persona las preocupaciones. Percibía las tensiones
constantemente presentes de una mujer que sabía que por su compromiso
se estaba haciendo enemigos políticos; su presentimiento, pero
también su perseverancia por la vida y la justicia.
Y
otra cosa más me trae recuerdos de Yolanda: Durante un viaje
en carro de Aachen a Bonn, ella comenzó a cantar - "Gracias
a la Vida". -Hay tantas canciones lindas-, dijo, y en esta oportunidad
nos pusimos de acuerdo que "Como la Cigarra" era una canción
favorita de las dos.
COMO
LA CIGARRA
Por:
María Elena Walsh
Tantas
veces me mataron,
tantas veces me morí
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal
y seguí cantando.
Cantando
al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas
veces me borraron
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y volví cantando.
Tantas
veces te mataron,
tantas resucitarás
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
15
de septiembre de 2004
Bettina Reis, Bonn
Desafortunadamente
llegué a conocer a Yolanda sólo en su último año
de vida. A pesar de este tiempo corto, sentimos confianza y amistad.
Aún hoy siento tristeza porque no pudimos proteger a Yolanda.
Siento su voz desesperada en mi oido, de su penúltima llamada.
Fue a mediados del mes de agosto de 2001, un mes antes de su muerte
violenta. Estaba fuera de si misma porque los paramilitares habían
asesinado a una pareja; sabía que otras personas estaban en peligro
y no les podía prestar ayuda. Se sintió impotente.
El otro día, nuevamente contestó el teléfono de
forma controlada, nuevamente fue la mujer pequeña pero fuerte
que afronta situaciones difíciles, actúa a pesar de un
alto riesgo personal, porque así se lo ordenan su profunda convicción
cristiana de justicia social y su rebeldía a la injusticia. Fue
razón para matarla.
Los pensamientos son libres, y las personas que son libres y actúan
concientemente, son peligrosas para aquellas que se agarran del poder
como si sea su propiead privada, y lo defienden con las armas aunque
generalmente no las disparen ellas mismas. Yolanda fue una de estas
personas libres y "peligrosas". Sigue estar presente entre
nosotr@s; pero al tiempo, ya no está.
15
de septiembre de 2004
Traducciones: Gladys Alzate, Marta Seguí
Ilustraciones: Alberto Jerez
Coordinación: Bettina Reis
Contacto: ila-kol@t-online.de